miércoles, 8 de junio de 2011

Explosión de colores y divertida ingenuidad

Hay un proverbio oriental que dice: “Un poema es una pintura dotada de voz y una pintura es un poema callado”. Sin lugar a dudas creo que este pensamiento se puede aplicar perfectamente a la obra de Luciano Acosta.
Sí, no me miren de costado, adivino lo que están pensando: “está exagerando un poco”; pero no. Me gustan tanto los cuadros de este artista chaqueño que sinceramente me parece poesía pura. Denme el beneficio de la duda al menos, porque en las artes todo es cuestión de la visión particular y sobre todo de los gustos que cada uno tiene.
Durante este mes de junio una serie de sus cuadros se encuentra en exposición en la casa de huéspedes La Alondra, en esta Capital. Y si bien todavía no tuve oportunidad de ir a verlas personalmente, ya estuve mirando las imágenes de la muestra. 
Encuentro las creaciones del Ilustrador del Chaco (tal como se hace llamar en el facebook) muy motivantes y divertidas, son pura explosión de colores y formas planas que dan vida a personajes de la serie Mamushkas, Boconas, Gallinetas, Ojos. Es simple expresividad, creatividad cargada de dulzura e imaginación y en el medio de todo ello, los colores.
Son varios los que dirán -cayendo en el facilismo- que esos dibujos y pinturas los puede hacer cualquier chico, que no tienen nada de extraño, difícil y delicado; pero yo les diría que Luciano Acosta tiene un estilo tan particular, un trazo justo con el cual puede expresar muchas cosas. Nada está librado al azar en sus obras, cada componente cumple un rol tan particular que podrá ser imitado, pero la síntesis que se manifiesta a través de sus líneas es difícil de sustituir. Lo sé, estoy escribiendo como una fanática y tal vez es cierto; insisto: ¡me fascina su obra!

PROMOCIÓN 2.0
Hasta hace un tiempo era conocido por un círculo de artistas, críticos de arte, amigos y familiares, reducido al Chaco y a Corrientes. Llegó inclusive a Buenos Aires, la Meca para los creativos del interior del país. Pero este hombre ha sabido encontrarle el potencial a las redes sociales. A través de dos sitios en facebook se ha encargado de difundir y vender muy bien su obra. Así fue como me enteré de su existencia el año pasado.
Webeando por el muro general me llamaron la atención las fotografías de sus trabajos y los comentarios que hacían sus seguidores. Eso bastó para incorporarlo como contacto. Así descubrí que es justamente esa participación activa en la red, dando opiniones, respondiendo los comentarios que hace sus admiradores, inclusive sorteando obras, lo que le ha permitido despegar y trascender las fronteras de su provincia.
Tengo que ser sincera y reconocer que Luciano Acosta no es ningún improvisado y se ha vinculado con el mundo del arte y la cultura de Resistencia (Chaco) desde hace ya unos 11 años. Internet 2.0 sólo le permite extenderse y ser conocido entre la gente común, que también en definitiva es la que compra los cuadros, la que recomienda a otros hacerlo, e inclusive la que permite que un artista salga de su anonimato, trascender y ser convocado a exponer en otros lugares.
Según la información que circula sobre él pude saber que es diseñador e ilustrador, pero en alguna de las entrevistas que leí se reconoce a sí mismo como un autodidacta. Incursionó en el mundo del arte en la ciudad de Resistencia de la mano de otro artista plástico reconocido en el mundo artístico de Chaco y Corrientes, Juan José Stegmayer que dicta un taller llamado Guernica. Asegura que fue allí donde comenzó su trabajo en la pintura en caballete y aprendió a trasladarse a las paredes como un muralista urbano.
Sus proyectos culturales se extienden más allá del lienzo y el atelier, porque tiene una participación muy activa en el diseño de la revista de cultura Cuna, la publicación de historietas Ñeri, y por si eso no fuera poco también ilustra los productos textiles del “Ático de Lu”.
Si bien Resistencia es llamada la Ciudad de los Esculturas, el movimiento cultural es tan amplio que también ha desarrollado una tendencia hacia cierto arte muralístico. Y en ese contexto Acosta tiene sus obras de arte público. Siempre menciona en las entrevistas que le entusiasma hacer murales, que un mural cuenta mucho más que un cuadro, por lo que experimenta en el momento en que lo realiza.
Uno de sus murales se encuentra en el Barrio Juan Bautista Alberdi en esa Capital provincial, y se llama “Árboles de alegría”. En un sitio donde no hay árboles y predomina la miseria, por eso este artista decidió ponerle brillo y dejar un regalo a los vecinos del lugar.

INFLUENCIAS
Hay ciertas influencias en su obra que tienen reminiscencias en su pasado, en sus experiencias. Por ejemplo, ha contado que de chico vivía inmerso en un ambiente familiar con tradiciones muy arraigadas, donde predominaba la música clásica y las comidas típicas provenientes de los Balcanes, por el origen yugoslavo de su madre. Explica que por esos años ya se sentía atraído por la imagen de la mamushka, figura que hoy se destaca en su arte y que se manifiesta como parte de los orígenes familiares.
De su viaje por Europa durante cuatro meses, tras finalizar la carrera de diseñador, sostiene que pudo tomar contacto con las obras de Vincent Van Gogh, un artista que también utilizaba una importante gama de colores para expresarse. Por supuesto sus trabajos no están exentos inclusive de haber recibido un halo inspirador en Pablo Picasso o Salvador Dalí, de quienes tiene una serie de fotografías entre sus carpetas en facebook.
Entre las vivencias aparece otro plástico chaqueño, Milo Lockett, quien lo invitó a participar de un encuentro de artistas del interior en Buenos Aires y que incluyó presentaciones y muestras. Cuenta que fue allí donde conoció y aprendió más sobre los diferentes estilos y tendencias del arte.

NAÏF
Entre las referencias que encontré respecto de su obra hay quienes aseguran que Luciano Acosta se enmarca, en lo que se refiere a la temática, dentro de una tendencia naïf oriental, a la que se suman los contrastes monocromáticos. Y su bien no pude hallar reseñas para comprender esto, puedo reconocer que es netamente ingenua.
Dejando lo “oriental” de lado, hay algunas características de la corriente naïf que sin duda están reunidas en los trabajos del artista: la ingenuidad, la espontaneidad, los colores brillantes, la falta de perspectiva en las líneas, la simplicidad para ofrecer una visión del mundo sincera y exenta de artificios, contornos con mucha precisión, sensación volumétrica por medio de un extraordinario colorida, pintura detallista y minuciosa y gran potencia expresiva, aunque el dibujo pueda ser incorrecto.
Todo esto está tan presente en cada obra, que para aquellos que no conocían la forma de expresión figurativa de Luciano Acosta, una vez que la hayan visto podrán reconocer siempre su estilo. Desde el “Puente dado vuelta” -que participó de una muestra organizada hace años por la Municipalidad de Corrientes- pasando por la serie “Las antiguas aves del Chacu”, las “Gallinetas cluecas y turulecas”, “Las Mamushkas” y “Boconas”, “Veo Veo” –en referencia al canal Paka Paka- hasta el cuadro de la Gran Mamushka argentina que le fue regalado a la presidente Cristina Kirchner durante los festejos del 25 de Mayo en el Chaco, cada pintura lleva su marca indeleble.
Este plástico tiene sólo 34 años y toda una carrera por delante. Todavía es un artista emergente del que seguramente vamos a escuchar hablar más seguido en poco tiempo, no digan después que yo no les avisé cuando se ponga verdaderamente de moda y los galeristas se peleen por una exposición suya. Ojalá así sea, pero mientras tanto yo quiero un cuadro de él ¡ahora!

martes, 7 de junio de 2011

A propósito del Día del Periodista

¿Cómo celebra uno el día del periodista? ¿Hay que hacer algo distinto en este día? ¿Participar tal vez de los agasajos y brindis que organizan algunas instituciones públicas y privadas? ¿Mandar mensajitos a los colegas, como si fuera el cumpleaños? La verdad que no sé. No cambia nada que hoy se recuerde a esta profesión, la jornada no se pone más luminosa o más soleada, no estoy de mejor o peor humor, feliz, alegre o depre, estoy igual.
Sí ya sé, a la gente le gustan los saluditos y yo tal vez tenga una visión un poquito más cínica que el resto, pero soy una convencida de que la única forma de hacer honor a esta profesión, o mejor dicho a esta vocación, es dignificándola con trabajo. Pero no trabajar por trabajar, por el solo hecho de que hay que hacerlo, sino se debe hacer de la mejor forma que uno sabe, la correcta, de ser posible excelente y eso se hace todos los días no solamente un 7 de junio.
Mientras escribo estas líneas viene a mi memoria el momento exacto cuando descubrí esta profesión. Tenía sólo 16 años y estaba leyendo una novela romántica que se llamaba “La boda real”, un libro de literatura adolescente que narraba justamente la experiencia de una periodista norteamericana que era enviada a cubrir el casamiento de lady Di con el príncipe Carlos. Ya sé, ya sé, no digan nada y dejen afuera sus comentarios acerca del contenido de lo que leía.
Esa novela me abrió los ojos acerca de lo que yo quería hacer en el futuro: viajar, conocer otros lugares, otras culturas, a personas que me relataran sus vidas, sus experiencias, problemas, felicidades… Mucho después descubrí que el periodismo es mi vocación, pero esa es otra historia.
A partir de ese momento, yo que andaba medio ciega sin tener muy en claro -como todo adolescente- qué iba a estudiar una vez finalizado el secundario y de qué iba a vivir, descubrí un mundo nuevo de posibilidades.
Veinte años pasaron, si viajé y conté muchas historias sólo puedo decir que no tanto como me gustaría. Viajar, lo que se dice viajar para conocer otras latitudes diría que no mucho; pero sí he escuchado muchas vivencias; es innumerable la cantidad de gente que conocí, entrevisté y que me abrieron parte de sus vidas para permitirme escribir acerca de ellas.
No me quejo, a veces siento que todavía estoy en pañales respecto de todo lo que me falta aprender de esta profesión, o lo que aún resta por conocer y contar, y no pierdo las esperanzas de viajar muuuuucho más. Mi sed de historias es inagotable.
Pero no quiero dejar de mencionar algo que es ineludible en esta fecha y que debería anteponerse a cualquier cosa, porque es la que habla de lo que somos como profesionales, como trabajadores: las condiciones laborales de los periodistas. Estaría bueno que el trabajo, esfuerzo, la profesionalización, fuera bien remunerada. Ese es un aspecto que todavía no es comprendido por quienes son los dueños de los medios y sobre el que los periodistas tenemos que comprometernos verdaderamente para exigir su cumplimiento. Hay una nota que se elaboró en la Asociación de Periodistas de Corrientes a propósito de esta fecha y que me parece muy acertada para reflexionar:

OTRA VEZ 7 DE JUNIO, AGASAJOS A LA PRECARIEDAD
Se conmemora hoy el Día del Periodista y entre agasajos y salutaciones los trabajadores de prensa continúan ante una situación muy grave en la historia de nuestra actividad, agraciada por la inacción de los organismos públicos de contralor como la Subsecretaría de Trabajo de la Provincia a cargo de Laura Vischi y el Ministerio de Trabajo de la Nación sede en Corrientes conducido por Justo Zapponi. Situación que las patronales aprovecharon para imponer condiciones laborales que sumieron a la mayoría del gremio en la precarización y el trabajo no registrado, que en muchos casos se asemejan a una esclavitud apenas disimulada.
Con admirable disimulo, los funcionarios públicos agasajan durante la semana a los periodistas destacando así la labor de la prensa de Corrientes, que sin embargo, con estadísticas alarmantes pone en evidencia la crítica situación que se vive en las enriquecidas empresas periodísticas.
Números para tener en cuenta: el 99 % de los medios de comunicación de la provincia no cumple con los convenios vigentes. El 75 % de los trabajadores cobra en promedio 2.500 pesos por debajo de la escala salarial, de los cuales un 30 % está por debajo del mínimo vital y móvil que establece el Gobierno Nacional.
Según el Ministerio de Trabajo de la Nación empresas periodísticas del Nea tienen el 40% de los trabajadores de prensa en situación informal, que en Corrientes se reduce a 1 de cada 3 trabajadores del sector está en “negro”. El 90 % de las empresas periodísticas de la provincia no cumple con las condiciones mínimas de seguridad e higiene lo que genera un riesgo potencial para la seguridad y la integridad de los compañeros.
A esto podemos agregar, las condiciones de hostigamientos, persecución y acoso laboral, situaciones que producen en el 70 % de los trabajadores trastornos de estrés, un problema creciente e inevitable. Esto sin mencionar las condiciones paupérrimas en la que se desempeña el trabajador de prensa, principalmente en las redacciones, portales digitales, radios y televisión donde deben afrontar la falta de materiales y herramientas de trabajo (grabadores, cámaras, pilas, cds, cuadernos y pilas; entre otros tantos elementos) como así también en mal estado de las máquinas (computadoras obtusas) que dificultan el desempeño laboral.   
En los últimos años aumentó la tolerancia de los trabajadores a las promesas incumplidas de los empresarios periodísticos que prometen mejores condiciones laborales e incrementos salariales, con la misma frecuencia con que se redujo el compromiso de bregar por el cumplimiento de los derechos del trabajador, establecidos en el Estatuto del Periodista Profesional Ley 12.908 y Estatuto del Empleado Administrativo de Empresas Periodísticas Ley 12.291, ambos expresados en el Convenio Colectivo de Trabajo Nº 541/08.
Podemos seguir enumerando incontables situaciones graves por la que atraviesa la actividad periodística en la provincia y por ello desde la Asociación de Periodistas de Corrientes reiteramos la firme decisión de sumar esfuerzos con el fin de reconstruir la organización sindical para recuperar las conquistas perdidas y pelear por las reivindicaciones sentidas y postergadas de todo el gremio.
Por eso celebramos hoy la existencia de trabajadores que resisten a las mentiras empresariales y se enfrentan cotidianamente para que la verdad no quede oculta y sigamos contrayendo por una profesión más digna y con derechos garantizados.
A todos los compañeros y compañeras de prensa de Corrientes, Feliz Día del Periodista.
Con afecto
Martín Romero
Secretario Adjunto de la Asociación de Periodistas de Corrientes 



jueves, 2 de junio de 2011

Historias de fantasmas, aparecidos, alimañas, religiosidad y superstición en Corrientes

Si hay algo que siempre me gustó son las historias bien contadas. De chica en casa, en Buenos Aires, aprendí a escuchar y leer cuentos, sobre todo de suspenso. Crecí leyendo los relatos de Edgar Alan Poe que mi papá tenía entre sus libros. Lo había descubierto porque en la tapa tenía -y aún tiene- una calavera y eso me indicaba que seguramente me despertaría mucho miedo.
Ese autor me abrió un mundo mágico, más cruel tal vez, alejado del mundo de los cuentos de hadas a los que estaba acostumbrada hasta ese momento, pero que no dejaba de ser fantástico. Fue así que me pasé siestas enteras sentada en la terraza. Mientras mi mamá dormía siesta yo me divertía con esa lectura, sentada en el piso entre las plantas y disfrutando del sol que calentaba las tardes de invierno. Supongo que fue a partir de ese momento que los relatos de ficción, las leyendas y los mitos comenzaron a interesarme.
Casi 20 años después, literalmente me devoré los tres libros “Buenos Aires es leyenda”, de Guillermo Barrantes y Víctor Coviello, que rescatan los mitos urbanos de esa gran ciudad que es Buenos Aires y con una escritura ágil recrean e intentan, a través de entrevistas a protagonistas y vecinos de los distintos barrios porteños, probar su veracidad, como si fueran cazadores de mitos.
Creo que fueron también este tipo de narraciones las que me hicieron amar la historia, que me pareciera sumamente interesante y no la materia pesada que tenía que estudiar en la secundaria. A través de ellas aprendí a descubrir que detrás de cada hecho siempre hubo y hay personas; hombres y mujeres que vivieron de tal o cual manera, que se vieron atravesados por pasiones, deseos, odios, mezquindades, intereses y objetivos.
Todo depende también de que haya un buen narrador. Si la historia, la leyenda, no está bien contada, no va a despertar nunca el interés del oyente, del escucha, del lector; es allí donde muchos fallan y sólo unos poco triunfan.
Toda esta introducción viene a propósito de que ayer tuve la suerte de recibir como regalo un libro de relatos fantásticos de Corrientes. Un pequeño volumen llamado “Historias que me contaron y algo más…” que reúne 10 cuentos cortos situados en esta Capital y que según su autor Ramón “Pucho” Encinas, son relatos orales y tradicionales que él se propuso rescatar del olvido.
Quiero hacer hincapié en la palabra suerte. Porque desde el momento en que abrí el libro no pude parar de leer. Cada una de las narraciones ejerció en mí como un imán que no me liberaba. Durante una hora estuve sentada frente a mi computadora en el diario, leyendo. Y fue fantástico. Hacía rato que no me pasaba algo así y tengo que reconocer que nunca con un autor correntino.

RELATOS INCREÍBLES
Grande fue mi sorpresa cuando inclusive reconocí una de las historias, “La Laguna Brava”, en un recuerdo que tengo de chica, algo que me había comentado mi mamá y que también me ayudó traer a mi memoria.
El relato trata acerca de una mujer ingrata que había hecho una promesa a la Virgen de Itatí de que si salvaba a su hija de una enfermedad ella donaría todas sus joyas. De acuerdo con el el escritor y en coincidencia con el que a mí me habían contado, de regreso de Itatí y tras cumplir con lo prometido, la familia -que era de Empedrado (un pueblo distante a 70 kilómetros al Sur de esta Capital y donde también nació y se crió mi madre)- hizo un alto para pasar la noche en inmediaciones de una laguna que se encuentra en las afueras de esta Capital, un barrio humilde que justamente se llama Laguna Brava. Al parecer frente al fogón la mujer dijo: “había sido interesada la Virgen, cura según lo que se ofrece”. Por supuesto, esto fue suficiente para que horas después toda la familia, que dormía en la carreta, fuera arrastrada por los bueyes hasta el medio del lago y murieran ahogados, a modo de castigo. Y como muchas de las leyendas, las fábulas y cuentos, esta tiene su moraleja respecto de la ingratitud de las personas y el escarmiento que recibirán.
De todas formas, a partir de esa muerte comenzó a gestarse y circular la historia: “Cuentan los vecinos del lugar que en noches como aquella, si algún caminante trasnochador pasa cerca de la laguna Brava, puede ver una negra carreta hundiéndose y oír lamentos de terror”, publicó el autor.
La diferencia que más tarde me comentó mi mamá, después de leerle este cuento, fue que esa misma noche cuando se va a dormir, la mujer encuentra con la sorpesa de que debajo de su almohada estaban todas las joyas que había dejado a los pies de la Virgen de Itatí.
“El clarín de la muerte” es otro de los cuentos acerca de los que también escuché. Encinas relata que algunas noches de frío y neblina se escuchan y hasta se pueden ver en el Parque Mitre, (hoy un paseo importante de esta ciudad) a los espíritus de los soldados paraguayos y correntinos que se enfrentaron en 1865 durante el desembarco de las tropas paraguayas que llegaban para invadir Corrientes y tomar prisioneros –previo a la declaración de la Guerra de la Triple Alianza-.
Se suma también “La mano fría” que hace referencia a un policía de custodia que apareció muerto en un baño de Casa de Gobierno, o “El final, la semilla” que narra la muerte de un gaucho que se hacía llamar Poncho Verde porque se envolvía en el paño de una mesa de villar y que con su muerte, en cercanías al arroyo que desemboca en el río Paraná (a un costado del Parque Mitre), no sólo se inició la leyenda sino también dio nombre a ese riacho que hoy está entubado y a la avenida que recorre un tramo de la Capital y que une la avenida Costanera “General San Martín” con otra arteria urbana importante de la Capital.
Por supuesto infaltable la historia de el lobizón retratada en “Aquella noche”, “La dama de la escuela” en referencia a la muerte que supuestamente deambula en un edificio del colegio salesiano Pío XI, “El castigo” para los que no respetan le Jueves y Viernes Santo, “La casa de la serpiente”, “El espina corona” y “Bodas de luto”; este último cuento habla de un casamiento frustrado por la muerte de la novia que fue atacada por unas arañas, el cual me hizo acordar muchísimo al relato de Horacio Quiroga, “El almohadón de plumas”.
Ninguno de los cuentos tiene desperdicio. Son viejas historias que sin dudas el autor -quien se desempeña como profesor de lengua y literatura en el colegio salesiano Pío XI- se atrevió a rescatarlas del olvido y de la indiferencia de estos tiempos.

DEJAR CONSTANCIA
El propio Ramón Encinas lo explica muy bien en la Introducción del libro: “Copista o amanuense. Quizás yo sea una de esas posibilidades. ¿Escritor? No sé. Sencillamente es “dejar constancia” de lo que escuché de boca de mis mayores, cuando era niño: historias, relatos, sucedidos… En una época en la cual el único medio de comunicación familiar era la radiofonía. Por las noches solíamos captar, en viejas radios a válvulas, las emisoras de Buenos Aires. Y así, todos juntos, parra seguir el emocionante capítulo del radioteatro Palmolive del aire, o el Glostora Tango Club, o El Boletín Sintético de Radio El Mundo, y por qué no, la uruguaya radio Colonia para enterarnos de los enfrentamientos entre “colorados” y “azules”… Pero la hora de la cena era algo esperado e infaltable. Porque una vez concluida, mi abuela, mi vieja tía Sara, mis padres y algún vecino, conversaban y contaban estas historias, que ellos, a su vez escucharon; y yo, con la curiosidad de la niñez, atendía hasta que el sueño cerraba mis párpados y me iba a dormir con mis figuritas, mis balitas o mi trompo. Por eso digo que, tal vez, sólo soy un copista, porque lo único que hice fue transcribir, como cuentos, los que contaban mis ancestros memoriosos. Y para que esos sucedidos, verosímiles o imaginarios no se pierdan, decidí escribirlos”.
Corrientes es una ciudad con 423 años de vida y el tiempo que llevo viviendo aquí me ha permitido conocer muchísimas historias más; esta Capital está llena de recuerdos y fantasmas, de historias y leyendas, sólo hacen falta más cuentacuentos, hábiles narradores -como este autor- que nos devuelvan el placer de escuchar.