Las
críticas y el escándalo que despertó la interpretación que el ballet oficial de
la Fiesta Nacional del Chamamé en Corrientes hizo del mito guaraní del Kurupí y su largo
miembro -mutilado de inmediato- me hizo recordar otra historia; un alboroto
que se produjo en el Nordeste hace más de 75 años, pero del cual no quedan
muchos registros e inclusive hay quienes dejan entrever que se trataría sólo de
una leyenda urbana.
Me
refiero a la estatua "El indio" del escultor chaqueño Crisanto
Domínguez, realizada en 1938. Un desnudo de tres metros de altura tallado en
madera de quebracho, montado en un pedestal sobre la avenida 9 de Julio al 450 de
la ciudad de Resistencia (Chaco).
Según
ha trascendido, un año después de instalada la obra, sufrió la censura de la
sociedad más pacata de Resistencia; cuentan que primero los genitales fueron
cortados y de acuerdo con las pocas versiones que aún circulan, fue arrojada al
río Negro donde se perdió definitivamente.
Como
se ve, no es la primera vez que un desnudo causa tanto revuelo. Pero el destino
que tuvo fue totalmente adverso, directamente destruyeron la obra, tan grave
como mutilar un mito ancestral.
EN
BÚSQUEDA DEL TESORO
Hace
poco más de dos años el psicólogo, escritor y cineasta Jorge Castillo presentó
el libro "Crisanto Domínguez. ¿El que soñaba con París...?" un
trabajo que comenzó con la búsqueda del tesoro perdido: el imponente monumento
al indio chaqueño.
Una
nota del periodista y escritor chaqueño Guido Miranda del 2 de diciembre de
1984 en el diario Norte, planteaba interrogantes sin respuestas, llamativos
silencios y omisiones sobre la obra, que resultaron el leitmotiv que impulsó a
Castillo, a lo largo de 27 años, a tratar de dilucidar qué ocurrió con la
estatua.
"Lo
que llama la atención -dice Castillo en su libro-, es que lo que más se dice de
Crisanto se refiere a las “bolas grandes” del indio, y en cambio nada o casi
nada se diga de su vasta y valiosa producción plástica".
Vale
aclarar que Crisanto Domínguez fue el primer escultor chaqueño reconocido por
la crítica especializada nacional con notables calificativos de calidad y
creatividad; quien además incursionó en la pintura y en las letras.
Pero
volviendo a la investigación, el escritor afirma que "la hipótesis de
censura queda reflejada, no en la existencia de información referida al hecho
sino, paradójicamente, en la inexistencia total de tales referencias, haciendo
que todo se reduzca a la anécdota más o menos jocosa de la supresión de los
genitales en el monumento, la reacción que tal acción provocó en los amigos de
Crisanto (la Peña de los Bagres), y el posterior traslado del monumento al Lote
200".
El
sector al que se refiere el autor es el actual parque 2 de Febrero en
Resistencia, donde a principios del siglo XX funcionaba el cementerio
municipal. Las versiones indican que al poco tiempo de ser puesto en exhibición
sobre una de las avenidas principales de la ciudad y a sólo cuatro cuadras de
la plaza 25 de Mayo, fue mutilado, luego -como si no fuera suficiente- retirado
y que en alguna zona de ese terreno fue arrojado al lecho del río Negro que por
allí circula.
CAMINOS
DE INVESTIGACIÓN
Jorge
Castillo comenzó su infatigable investigación de años con aciertos externos y
tropiezos locales, estos últimos sustentados en lo que él califica de “retorno
del reprimido, que induce a la reticencia, a la omisión y a la deformación de
datos y recuerdos”, agregados a una sospechosa desaparición de fotografías,
salvo una, que le permitió hacer un convincente fotomontaje del monumento. Aquellos
aciertos y tropiezos motivaron al autor a hacer la reconstrucción de la vida de
Crisanto Domínguez y que se terminaron convirtiendo en el eje de su libro.
En
ese recorrido descubrió que el artista es celebrado en diversas partes del país
y en el Paraguay por su calidad y genio artístico, algo que verdaderamente lo
constituyó en patrimonio cultural de la Argentina, dado que obras suyas se
encuentran en el Museo de Bellas Artes “Quinquela Martín” de la Boca, en el
Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires, en el Museo Juan Ramón Vidal de
Corrientes, en museos de Mendoza y Asunción del Paraguay y en incontables
colecciones privadas, algunas de difícil o imposible acceso.
Hay
que destacar, no obstante, que la censura al arte también tuvo una reacción. Castillo
señala que la investigación le permitió dilucidar, “resignificando su sentido
testimonial y considerando otros hechos contemporáneos de peso, en los cuales
aquel clima de control y persecución mercadocrático -protagonizado por empresas
extranjeras y funcionarios corruptos puestos en su cargos por el Ejecutivo
Nacional- tuvo un papel fundamental tanto en la censura impuesta como en las
reacciones libertarias surgidas como contraparte por el lado de un grupo de
intelectuales, artistas y científicos agrupados en la llamada “Peña de los
Bagres”, que con el tiempo devino en dos instituciones de prestigio que dejaron
grabada su impronta a fuego hasta estos días como el Ateneo del Chaco y el
Fogón de los Arrieros”.
En tanto, la maestra, escritora y ambientalista chaqueña Clara Riveros Sosa señala,
a propósito del libro de Castillo y refiriéndose a Crisanto Domínguez, que este
artista fundamental “es actualmente casi un desconocido y, aun peor, en los
últimos tiempos su existencia se ha visto banalizada y el resto de su obra
reducido en el imaginario colectivo -prácticamente suprimido- al asociarlas
exclusivamente con las peripecias sufridas por su desaparecida escultura “El
Indio”, y todo ello puesto en un contexto en el que se entrecruzan cierta
picaresca y la crítica a una supuesta pacatería que se le atribuye a la sociedad
resistenciana de los años treinta del pasado siglo”.
¿Qué
fue de la estatua de “El indio”? ¿Su desaparición es sólo una leyenda urbana? Seguramente
se desintegró y perdió para siempre. Tampoco fue exhaustivamente buscada. Pero
a pesar de haber transcurrido 75 años, lo que ha quedado es el mismo relato,
repetido una y otra vez sin mayores detalles. Y aún subyacen las dudas y las
preguntas.
“TARAGÜÍ”
Dos
años del escándalo de la escultura de Domínguez, en 1936 se conocía en Corrientes la noticia que la obra “Taragüí”
del correntino Amado Higinio Puyau obtenía el Primer Premio Salón Nacional. El
artista explicaba en ese entonces que la escultura representa a “una bella
figura femenina, todo energía, voluntad y carácter, que son los puntos fundamentales
de nuestra raza… “Taragüí” es la nativa que representa al “pueblo cercano al
río”.
La
obra de yeso patinado en bronce fue donada por su autor a la Provincia de
Corrientes y forma parte del patrimonio del Museo Provincial de Bellas Artes “Juan
Ramón Vidal”. Un tiempo después Puyau realizó una réplica fundida en bronce que
emplazó en la avenida Costanera General San
Martín. La estatua es un homenaje a la mujer guaraní; y hoy es considerada la
figura representativa y simbólica de la mujer correntina.
Por
aquellos años y tras conocerse lo ocurrido al monumento “El indio” de Crisanto
Domínguez en Chaco, circuló muy fuerte un rumor, que alcanza hasta estos días,
de familias que también sintieron afectada su moral pública por la imagen
desnuda de la “Taragüí” y hasta se llegó a mencionar la posibilidad de que
fuera arrojada a las aguas del río Paraná. Afortunadamente, ello no ocurrió o
sólo fue un transcendido. Por suerte, en la actualidad todavía se la puede ver
en el tradicional paseo de la capital correntina.
Fuentes y
fotos:
“Crisanto
Domínguez. (¿El que soñaba con París...?)”, de Jorge Castillo. Editorial
Vianet.
Revista
Lindes N° 4. Estudios Sociales del Arte y la Cultura. Mayo de 2012. Buenos
Aires.
http://www.diarionorte.com/article/83453/cien-anos-de-crisanto
http://www.diarionorte.com/article/24724/crisanto-dominguez-regresa-en-la-coleccion-rescate-
http://marisa-corrientes.blogspot.com.ar/2011/01/la-taragui.html
Flickr - Fotolog Otogno
nais
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