Desde
que tengo memoria podría contabilizar a varios de los personajes malvados de la
cinematografía universal. Si bien siempre me asustaron, también debo reconocer
que me gustaron más los villanos que los buenos. Me parece que sin ellos les
faltaría un condimento especial a las grandes películas. Cómo no recordar a Jason Voorhees en Martes 13, a Michael Myers en Halloween o el Demonio en El exorcista -esa sí que me
asustó-.
Leatherface, de La Matanza de Texas, Annie Wilkes en Misery, Norman Bates en Psicosis, Graf Orlok en la viejísima Nosferatu, El
conde Drácula, Freddy Krueger en Pesadilla en Elm Street, Jack Torrance y las mellizas
Grady en El resplandor, Hannibal
Lecter en El silencio de los inocentes o inclusive Darth Vader en La guerra de las galaxias. La lista es larguísima y
hay más de un centenar de personajes malvados que hicieron la vida imposible a
los protagonistas y dejaron su huella en la memoria colectiva.
Lo
fantástico del cine es que uno puede ver doscientas veces la misma película y
volver sobre ellas una vez más y el asesino seguirá siendo el mismo. No
cambiará. Se mantendrá en el recuerdo como el más maléfico, el más violento o
el psicópata, pero estará inalterable, condición que los hace únicos y los
convierte en íconos de la maldad.
TODO TIEMPO PASADO FUE
MEJOR
Hasta
que aparece alguien que los desmitifica. No hay nada peor como paso del tiempo
y la imaginación para que, como un baldazo de agua, los arroje fuera de su
podio de los ídolos del mal. Esa persona es un artista y fotógrafo italiano, Federico Chiesa, quien junto a su
novia experta en maquillaje cinematográfico Carolina Trotta, lograron algo que no había pasado antes,
convertirlos en pobres personajes de ficción.
Con
través de un ejercicio conocido como What if…, trabajaron en la puesta en escena
de convertir a estas inolvidables e inalterables figuras en villanos transitando
la tercera edad, solos, abatidos, abandonados. Así por ejemplo a Darth Vader le ofrecieron un destino
melancólico: sentado en un sillón de un asilo, viendo televisión con una
mantita que le tapa las piernas y una bolsa de agua; a un costado, su sable de
luz reposa y recuerda tiempos mejores. Para Freddy Krueger, el futuro tampoco fue muy alentador: sentado frente
a una mesa en una habitación poco iluminada, toma vino barato y fuma sin parar,
sin tener fuerzas para hacer otra cosa. Con el psicópata Michael Myers, Chiesa ejerció cierta justicia divina: aunque el
asesino de Halloween aún lleva puesta su máscara, camina hacia el geriátrico
usando andador. Ojo, no es al único a quien le ha ido mal. Jason Veerhoes, de Viernes 13, está aún peor, viviendo como un
linyera entre cartones sucios de un callejón. ¿En dónde quedaron aquellos fantásticos tiempos de adolescentes
muertos en Crystal Lake?
Tampoco
quedaron excluidas las mellizas Grady.
¿Cómo pasaron los años para ellas? Ahora son abuelitas solitarias que van de
compras; usan, eso sí, el mismo vestidito celeste que llevaban de pequeñas y
aún lucen perturbadas.
Todos
estos montajes para lograr excelentes fotografías forman parte de un proyecto
muy original que Chiesa y Trotta vienen realizando en Nueva York y que
decidieron llamar “Horror Vacui”,
una expresión muy peculiar que en arte significa “miedo al vacío”. Por ahora la
serie reúne a sólo cinco villanos envejecidos pero según se publicó en
distintos medios, no descartan avanzar sobre los malvados de películas como
Hellraiser, La matanza de Texas, Chucky, entre otros.
La
verdad que los trabajos son fantásticos, aunque entre los fanáticos de estos
personajes del mal no cayó muy bien la cuota de realidad y el paso del tiempo, quitándoles
su inmortalidad. Viendo las imágenes me reí mucho, pero también comparto cierta
nostalgia por esas figuras viles que ya no serán lo que eran antes de verlos
como pobres ancianitos.
Mientras
tanto aquí les dejo las fotografías de Chiesa y Trotta para que las aprecien.
Fotos:
www.federicochiesa.com
http://listas.20minutos.es/lista/los-100-mejores-villanos-del-cine-274065/
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