Salvando las
distancias del origen, la tradición y la fecha en que se juega al Amigo
Invisible, últimamente me siento más bien el Grinch de cada 20 de julio. Y pese
a que llevo cinco años participando en este juego en la oficina, tras las
experiencias vividas, he decidido no volver a jugarlo.
Si no se
establecen puntos claros para el juego –tal como ocurre desde hace cinco años
en mi trabajo–, sin duda entrará a regir la primera ley de Murphy: “Si algo
puede salir mal, seguramente saldrá mal”, y ésta se aplicó a cada una de las
oportunidades en que jugué.
El primer
año: dos esmaltes de uñas (uno rosa, otro nude, que en mi vida no usaría jamás);
el segundo: un chocolate comprado de último momento en un supermercado y sin estar
envuelto en papel de regalo; el tercero: una especie de saquito de lana gris y
negro (de mangas cortas!!!! Ni siquiera chaleco) que parecía un deshabillé de
la abuela (imposible de usar); el cuarto año: una botella de un espumante
barato y el quinto año: una billetera de hombre de origen chino de muy baja
(bajísima) calidad.
Conclusión:
esto me llevó a escribir un decálogo de por qué no jugar al Amigo Invisible en
la oficina:
- - Porque
no son tus amigos.
- - Porque
no te conocen, no saben tus gustos y tampoco quieren saberlos.
- - Porque
siempre está el que no conoce o no respeta las reglas (si las hubiera), nunca jugó y para peor no pregunta
cómo se juega, lo que lo lleva a hacer cualquier cosa.
- - Porque
hay gente que no le interesa jugar y sólo lo hace por compromiso, por quedar
bien con el resto.
- - Porque
siempre hay alguno que se olvida, no tuvo tiempo, o no supo qué regalar,
entonces no entregará regalo y siempre alguien se quedará sin su presente.
- - Porque
te pueden regalar algo que no te gusta, no pertenece a tu género, está roto,
vencido o no está envuelto.
- - Porque
siempre hay alguno que se olvida de poner el nombre a quién va dirigido el
regalo, y siempre queda un presente dando vueltas sin dueño en la caja.
- - Porque
siempre el regalo que compres para tu amigo invisible, será mejor que el que
recibas y porque
el resto de tus compañeros siempre recibirán mejores regalos que vos.
- Porque la parejita estrella de la oficina (siempre, siempre, siempre hay una), se pondrá de acuerdo para sacar -"por casualidad"- unos de sus nombres para aprovechar a regalarse algo que quieren y zafar de cumplir con alguno de los compañeros.
- - Porque
aunque te enteres quién te regaló, no vas a poder decirle que es una porquería,
que para eso no te hubiera regalado nada. Para peor vas a tener que poner
cara de felicidad, como si te gustara, te pareciera fantástico y estuvieras
súper agradecida por cómo pensaron en vos.
Y aquí está la fotito del regalo que recibí este año
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