jueves, 22 de septiembre de 2011

La estación del renacimiento

Se dice que los nacidos en el mes de junio somos hijos de la primavera. Concebidos durante la época de floración, de los primeros calores, del enamoramiento, de los días de sol y las noches más fresquitas que alientan a estar más cerca de la persona querida; será tal vez por eso que tanto me gusta este tiempo de flores, colores y perfumes. Porque yo nací justamente a mitad de año.
No importa ya si la primavera comenzó el 21 de septiembre o ocurrirá recién mañana, lo cierto es que el hermoso día que hay afuera me indica que ya estamos transitando esta nueva estación, se nota en el ánimo de la gente (aunque siempre hay más de un mala onda), en el trinar de los pajaritos o en la cantidad de flores que hay por doquier.
Y a propósito de este cambio de estación me vino a la memoria una historia de primavera.  La escuché una noche en la radio mientras escuchaba a Alejandro Dolina en su programa “La venganza será terrible”. Se trataba de la explicación popular que daban los griegos a esta época del año. Me imagino que muchos la conocerán o al menos habrán escuchado o leído en alguna clase de Historia Antigua en la secundaria y que se conoce como El rapto de Perséfone. Bueno espero que disfruten de la primavera y de este relato que aquí les dejo.

HISTORIA DE DIOSES GRIEGOS

Desde siempre los hombres han utilizado narraciones fundamentales para responder a preguntas básicas de la vida como la razón para existir, la razón de lo que nos rodea, esas explicaciones pertenecen a las creencias de cada pueblo y son netamente culturales. En ese sentido la primavera es vista como lo muerto que renace. Una vez más para esta época del año ocurre el milagro: de los arboles deshojados renacen nuevos brotes y, una vez más, hay cosecha, es decir, vida.
Para explicar este ciclo muchos siglos antes que lo hiciera la ciencia y desmitificara todo, los pueblos antiguos explicaron este proceso, este cambio, con la historia de Démeter, Perséfone y Hades.
La historia es básica -pero bien vale para el guión de una película sobre todo ahora que están de moda nuevamente los filmes vinculados a las divinidades de Grecia-, las diosas Démeter y Perséfone -Ceres y Proserpina para los romanos- representaban para los pueblos de la antigüedad los poderes de la naturaleza, su transformación y la emergencia cíclica. En la antigua Grecia, el primer día de la primavera era el día en que Perséfone, prisionera de Hades bajo tierra durante seis meses, volvía al regazo de Deméter, su madre.
Según explican los especialistas en mitología griega este relato se conoce por los poetas griegos de la segunda mitad del primer milenio Antes de Cristo, entre ellos Homero (siglo VIII a.C.) que tomaron el mito de una tradición oral anterior, varios siglos después de las invasiones de nómades guerreros de las estepas caucásicas producidas durante la Edad de Bronce y de Hierro, conocidos como indoeuropeos. Al parecer el mito de Deméter y Perséfone procede de una tradición agrícola pre-helena que adoraba a la Gran Diosa, la creadora primigenia en la Antigua Europa y Medio Oriente.
Las versiones griegas relatan que Hades, dios que rige en el Tártaro (Inframundo o Mundo de los Muertos) secuestra a Perséfone, la hija primaveral y hermosa de Démeter cuando ella recogía flores en los campos acompañada de un cortejo de ninfas, para hacerla su esposa a la fuerza. Al parecer el terrible Hades había pasado por allí con su temible carro tirado por caballos y al ver a Perséfone se encandiló con ella y la raptó para llevarla al subsuelo, su territorio. Las ninfas fueron transformadas en las Sirenas por no haber intervenido.
La vida quedó paralizada mientras la desolada Deméter (diosa de la Tierra y la fertilidad), al no encontrar a su hija, emprendió una búsqueda desesperada de nueve días y nueve noches. Abandonó el Olimpo (sede de los dioses) y comenzó a buscar a la joven. Durante su dolorosa travesía no bebió ni comió nada. Iba acompañada por Hécate, la diosa de las Encrucijadas (o Anciana Sabia). Démeter se vistió de negro en señal de duelo, transformando su belleza y esplendor divino en la imagen de una madre humana angustiada.
En su peregrinaje llegó a la casa de la reina Metanira en Eleusis (al Norte de Atenas) y fue tomada como nodriza de Demofonte, hijo menor de la reina. En agradecimiento por la hospitalidad Démeter decidió convertir al niño en inmortal colocándolo en el fuego sagrado. Pero la reina asustada interrumpió el proceso y a la diosa no le quedó alternativa que descubrir su verdadera identidad. A partir de ese momento dio indicaciones para que se construyera su templo en ese lugar donde por miles de siglos se llevarán a cabo sus misterios sagrados y se le rindió culto. Además, entregó a Triptólemo, otro hijo de la reina, un carro tirado por serpientes y las semillas para que difundiera uno de sus mayores dones: la agricultura. Este joven príncipe había informado a Démeter sobre el rapto de Perséfone presenciado por sus hermanos que vieron cómo se abría la tierra para que entrara un carro tirado por corceles negros. El rostro del conductor era invisible y con el brazo derecho sujetaba fuertemente a una muchacha que gritaba.
Con esa información, Deméter y Hécate recurrieron ante Helios, el dios Sol "que todo lo ve" para que admitiera ante ellas quién fue el raptor. Helios confirmó la sospecha de Démeter: Hades, el hermano de Zeus había sido el secuestrador. La madre estaba tan indignada que dejó de sustentar la vida, impidiendo que floreciera sobre la tierra.
Zeus le envió regalos y mensajes a la diosa para que depusiera su actitud y aceptara los hechos, es decir su voluntad y la de su hermano. Pero ella respondió que la tierra seguiría estéril hasta que Perséfone fuera devuelta. Ante la falta de alternativa porque la vida moría sobre la tierra, Zeus ordenó a su hermano que devolviera a la joven, indicándole que si no lo hacía "todos estaremos acabados". También le respondió a Démeter que su hija sería restituida siempre y cuando no hubiera probado la comida de los muertos.
Mientras tanto, en el Inframundo, Perséfone lloraba continuamente, negándose a comer o beber los manjares que Hades le ofrecía. Ocultando su enojo y contrariedad por la noticia recibida Hades se acercó a la joven y le comunicó que él la dejaba en libertad porque veía que era desdichada y su madre lloraba por ella.
Perséfone dejó de llorar inmediatamente y aceptó las semillas de una granada que Hades le ofrecía. Finalmente, en Eleusis, Démeter se reencontró con su hija abrazándola llena de alegría. Pero un testigo informó sobre la granada y Démeter se sintió muy desalentada al saber que su hija había comido en el mundo de los muertos quedando así vinculada a Hades para la eternidad. Entonces dijo: "No volveré al Olimpo ni anularé mi maldición sobre la tierra".
Desesperado viendo un futuro muy negro, Zeus instó a Rea, madre de Hades y demás dioses olímpicos que suplicaran a Démeter que no cumpliera su amenaza. Al final se llegó a un acuerdo: Perséfone pasaría tres meses con Hades en el Tártaro y el resto del año con Démeter sobre la faz de la tierra.

¿MORALEJA?

Y aquí viene la parte que a las mujeres no nos gusta y que tiene que ver con la explicación y/o interpretación de esta historia. Estuve leyendo que este mito griego como muchos otros sirvieron en su momento para crear en la conciencia femenina la dependencia al varón y atemorizar a las mujeres con la violencia o la violación para que dejaran de actuar libremente como sucedía en época de la Diosa pre-patriarcal (Démeter y Perséfone) y así afirmar el dominio masculino en lo sagrado como en lo cotidiano.
Hay que tener en cuenta que como diosa madre, Deméter engendró a su hija y juntas con la creación simbolizaban la primavera y la agricultura. Se contaba que ambas vivían juntas poniendo en marcha los ciclos de vida cósmica, vegetal, animal, humana. Perséfone recibió las iniciaciones de la madre para colmar de poder y sabiduría esos ciclos, ejerciendo como protectora de las leyes de la diosa Madre. A medida que creció y maduró, la hija comenzó a alejarse de la Madre. Recorrió distintos lugares animando la creación y por donde ella caminaba todo crecía y florecía.
Luego del rapto, con el retorno de la primavera cuando la hija emerge del Inframundo, Démeter vuelve con cada equinoccio a poblar el mundo y la vida durmiente nace sobre la tierra: las hembras paren, las plantas florecen y los árboles dan sus frutos. Los humanos participan de este retorno primaveral expresando sentimientos de amor, amistad y solidaridad. Realizan alegres danzas; celebran ritos de iniciación de las nuevas generaciones de jóvenes y la vida de la comunidad como la de la naturaleza, se renueva. Hay festejos y esperanzas compartidas.
Aunque no sea más que un mito muy antiguo y que todo se haya materializado en estos días y que como indican los científicos la primavera comienza recién mañana, no podemos dejar de reconocer que los sentimientos primaverales de renacimiento están a flor de piel, en unos más que en otros. Yo propongo disfrutarlos aunque sea un poquito, aprender a reconocerlos en pequeñas florcitas aunque sea, seguramente nos cambiarán la visión un tanto oscura de estos tiempos.
Les dejó aquí algunas imágenes de bonitas flores que indican que Démeter, Perséfone  y  sobre todo la naturaleza, no nos abandona. Que las disfruten.

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