lunes, 1 de diciembre de 2014

Un hilo rojo que nos ata el corazón

Hace tiempo que quería escribir sobre esta leyenda. En realidad hace más de un año, cuando conocí la historia de Marina y Ulay y descubrí una teoría que suena muy romántica referida al destino y cómo estamos atados a otra persona, predestinados a encontrarnos, en algún momento y lugar, pero que podría no ser precisamente el actual.

En la cultura popular asiática existe la creencia del hilo rojo, que ha pasado de generación en generación y que está presente tanto en las mitologías china como japonesa. Se trata de una relato que en forma simbólica se refiere a los sentimientos que unen a dos personas y que se convierten en un lazo indestructible.




A veces, en soledad, uno espera que exista alguien predestinado para estar con nosotros. Quiere creerlo. Necesita convencerse que es así, tiene la esperanza de que alguien, en alguna parte del mundo, es su otra mitad, lo completa, lo complementa.

Estamos acostumbrados a escuchar la expresión "nuestra media naranja" -a mí parecer una frase bastante frustrante por cierto-, que nos induce a creer que somos seres incompletos y que solo encontrando al hombre o la mujer que es nuestra otra mitad podremos ser personas valiosas y que aquellos que no reúnan a su otra parte vivirán una existencia triste y vacía.

Estas historias, estos mitos, a los que nos referimos permanentemente y en los que creemos firmemente -aunque muchos digan lo contrario- nos lleva a confiar y admitir que hay una persona que siempre va a volver, pasadas tormentas, años y circunstancias, a cruzarse con nosotros.

Pero ¿por qué siempre hay una persona que regresa? ¿Por qué no es posible separarse? Según la antigua creencia japonesa, todo es culpa del hilo rojo del destino que nos une, mágicamente y sin que podamos zafar…

Al parecer esta leyenda se reforzó con el argumento de que la arteria ulnar conecta el corazón con el dedo meñique. Al estar unidos por esa arteria, se comenzó a decir que los hilos rojos del destino unían los meñiques con los corazones; es decir, simbolizaban el interés compartido y la unión de los sentimientos. Por eso también el hecho de hacer promesas en algunos países se entrelazan los dedos meñiques.

DESTINO
Los japoneses tienen la creencia de que las personas predestinadas a conocerse se encuentran unidas por un hilo rojo atado al dedo meñique.

La historia en sí cuenta que entre dos o más personas que están designadas a tener un lazo afectivo existe un "hilo rojo", que viene con ellas desde su nacimiento. El hilo existe independientemente del momento de sus vidas en el que las personas vayan a conocerse y no puede romperse en ningún caso, aunque a veces pueda estar más o menos tenso, pero es, siempre, una muestra del vínculo que existe entre ellas.

La leyenda más popular y la que se recita en casi todos los hogares japoneses a los niños y jóvenes es esta: Hace mucho tiempo, un joven emperador se enteró de que en una de las provincias de su reino vivía una bruja muy poderosa que tenía la capacidad de poder ver el hilo rojo del destino y la mandó traer ante su presencia.

Cuando la bruja llegó, el emperador le ordenó que buscara el otro extremo del hilo que llevaba atado al meñique y lo llevara ante la que sería su esposa. La bruja accedió a esta petición y comenzó a seguir y seguir el hilo. Esta búsqueda los llevó hasta un mercado en donde una pobre campesina con una bebé en los brazos ofrecía sus productos.

Al llegar hasta donde estaba la campesina, se detuvo frente a ella y la invitó a ponerse de pie e hizo que el joven emperador se acercara y le dijo : “Aquí termina tu hilo” , pero al escuchar esto, el emperador enfureció creyendo que era una burla de la bruja, empujó a la campesina que aún llevaba a su pequeña en los brazos y la hizo caer haciendo que la bebé se hiciera una gran herida en la frente, ordenó a sus guardias que detuvieran a la bruja y le cortaran la cabeza.

Muchos años después, llegó el momento en que este emperador debía casarse y su corte le recomendó que lo mejor era que desposara a la hija de un general muy poderoso. Aceptó. Llegó el día de la boda y el momento de ver por primera vez la cara de su esposa, la cual entró al templo con un hermoso vestido y un velo que la cubría totalmente.

Al levantarle el velo vio por primera vez que el hermoso rostro tenía una cicatriz muy peculiar en la frente. Una cicatriz que él mismo había provocado al no ver al destino que había pasado frente a él. Esta historia muestra cómo los amores destinados son eso, y que no es posible escapar de la persona que nació para amarnos.

Justamente por esta creencia, durante el período Edo en Japón (1603 a 1868), algunas mujeres se amputaban el dedo meñique para demostrarles su amor a sus maridos.

CONECTADOS
El escritor Paulo Coelho en su libro El Zahir, si bien no habla del hilo rojo, también hace referencia a esta unión: “Dicen que a lo largo de nuestra vida tenemos dos grandes amores; uno con el que te casas o vives para siempre, puede que el padre o la madre de tus hijos… esa persona con la que consigues la compenetración máxima para estar el resto de tu vida junto a ella…

Y dicen que hay un segundo gran amor, una persona que perderás siempre. Alguien con quien naciste conectado, tan conectado que las fuerzas de la química escapan a la razón y les impedirán, siempre, alcanzar un final feliz. Hasta que cierto día dejará de intentarlo… Se rendirán y buscarán a esa otra persona que acabarán encontrando.
Pero les aseguro que no pasarán una sola noche, sin necesitar otro beso suyo, o tan siquiera discutir una vez más… Todos saben de qué estoy hablando, porque mientras estaban leyendo esto, les ha venido su nombre a la cabeza.

Se librarán de él o de ella, dejarán de sufrir, conseguirán encontrar la paz (le sustituirán por la calma), pero les aseguro que no pasará un día en que deseen que estuviera aquí para perturbarlos. Porque, a veces, se desprende más energía discutiendo con alguien a quien amas, que haciendo el amor con alguien a quien aprecias”.

ADOPCIÓN
Pero también hay otra creencia. Entre la comunidad de padres y madres adoptantes en Japón, la leyenda supone una metáfora recursiva, y significa que la vinculación entre el hijo adoptado y los padres ya está realizada de antemano por este hilo rojo y favorece la fortaleza en la larga espera que hay que realizar, en la mayoría de los casos.

En estas comunidades, es normal la utilización contextual de frases como “estamos tirando fuerte del hilo rojo”, o “tendiendo puentes con hilos rojos” lo que convierte a la leyenda en una parte más de la jerga de utilización habitual.

Por eso, también mencionan que un anciano que vive en la Luna, sale cada noche y busca entre las almas aquellas que están predestinadas a unirse en la tierra, y cuando las encuentra las ata con un hilo rojo para que no se pierdan.

Y como toda leyenda tiene su moraleja: "Recuerda. Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar el tiempo, lugar o circunstancias. El hilo rojo se puede estirar, contraer o enredar, pero nunca romper".






Fuentes
http://elacorazado.org/la-leyenda-del-hilo-rojo/
http://www.miscuriosidades.com/2014/10/el-hilo-rojo-del-destino.html
http://www.ronniearias.com/nacio-de-mi/compendio-boludeces/estamos-predestinados-la-magica-leyenda-del-hilo-rojo-del-destino_26412.html
http://www.virginiapico.com/mitos-y-creencias-sobre-el-amor/


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